viernes, 9 de julio de 2010

SOLEMNE Y SERIO ENSAYO ACERCA DE LAS TRIBULACIONES Y TORTUOSIDADES DEL RACISMO

ó

MIRA GANDUL, Y TU ABUELA, ¿DONDE ESTA?

BLANCO HOMBRE ANCLA EN NOTICIERO TELEVISIVO: “Acabamos las razas superiores de recibir noticias de una tremenda y olorosa conflagración en la zona noreste de la isla hoy a las dos y cuarentaitrés de la madrugada, hora del horripilante suceso en donde se estima que miles de mamíferos de la especie negra sufrieron la pérdida inmediata e irrecuperable de su ghetto. Según el P.A.T.O., siglas del Portento Aeroespacial Totalitario Onanista (radioastronáutico aparato desarrollado por el Pentágono para combatir la vil llaga del comunismo ateohomosexual neopostmoderno y negro), el epicentro del holocausto fue localizado en la barriada Peloecrico en el pueblucho de Negrolandia, lugar de residencia de cientos de miserables negritos. Aparentemente, todo comenzo cuando uno de esos monitos despreciables, identificado como Memín, El Mamabicho, se dejó apoderar por sus criminales instintos y se trepó en una palma, obviamente para robarse los cocos. El susodicho entonces se metió un coco en el jocico y, agarrando otro con la raja de sus fundamentos, se lanzó al vacío, accidentálmente aterrizando de cabeza sobre una planta de desechos subatómicos que colindaba aproximadamente a tres centímetros de la barriada. Según testigos oculares, Memín, quién en ese momento estaba total y absolutamente borracho, para salvar su vida intentó volar como un halcón pero se confundió y se puso a aletear como un gallinazo. E aquí las impresiones de varios engendros que supuestamente presenciaron los hechos.”

TESTIGO” #1: “Es la cosa más increíble que yo haya visto en mi vida. Memín, que es primo mío, nunca se pegaba ni bailando. Una vez se pegó a una sobrina y no fue para bailar, y ella protestó y llamó a sus trece hermanos y Memín se los comió. Líos de familia, ¿usted me entiende? En fín, yo no se porqué se trepó en esa palma en particular. La de al lado tenía unos cocos de lo más lindos y sabrosos, y si esforzabas bien la vista podías espiar y ver por una ventana las tetas de doña Clotilde, que tiene como cientotreinta años pero que se conserva de lo más bien y no parece tener más de noventainueve.”

TESTIGO” #2: “Yo he sido comisario de barrio de la barriada Peloecrico durante veintiocho años y alcalde de este pueblo e mierda por cerca de trece y les puedo decir sin ningún lugar a dudas de que lo que pasó hoy en la madrugada me ha puesto a rugir como un gorila y a brincar como un chimpancé.”

TESTIGO” #3: “A la verdad que se pasó de la raya. Eso de tirarse de cabeza y ponerse a agitar los brazos como un gallinazo no son cosas de humanos sino de negros.”

TESTIGO” #4: “¡Yo lo ví! ¡Yo lo ví! Se trepó en la palma y empezó a comerse uno de los cocos. Entonces doña Clotilde abrió la ventana y cuando Memín le vió esas tetas tan increíbles que parece que le cuelgan hasta las rodillas él se puso a rugir como un gorila y a brincar como un chimpancé.”

TESTIGO” #5: “…y cuando Memín paró de brincar y de rugir, y doña Clotilde trancó la ventana después de jalar pa’dentro una de las tetas esas que se le quedó guindando pa’ fuera a Memín le dió un ataque de celos y de depresión.”

TESTIGO” #6: “…Ahí fué que se metió un coco en la boca y cogió otro y se lo metió en la raja en donde está el roto por donde uno caga, y, no es por nada, pero mi impresión es de que ese prieto se quiso quitar la vida.”

TESTIGO” #7: “Yo una vez intenté comportarme como una persona, pero la naturaleza manda y esta me murmura a gritos de que soy negro.”

TESTIGO” #8: “Memín parecía uno de esos muñequitos que dan el sábado en la mañana. Se tiró de cabeza. Estuvo suspendido en el aire por algunos segundos, con los ojos tapados con las manos. Entonces los destapó y miró hacia abajo y puso una cara de ‘aquí me jodí yo’, y empezó a aletear como un gallinazo. Y, como en los muñequitos, fúm, cayó de sopetón. Unos de los cocos, no se cual de los dos, se soltó quedándose ahí en el aire, dando vueltas como un trompo.”

TESTIGO” #9: "¡Mofongo gandinga malanga zambumbia! ¡Mondongo pendango, pipí, negro sucio!”

TESTIGO” #10: “… y yo una vez abrí el National Geographic y cuando ví a to eso negritos ernús me puse colorao y hasta por poco me arrestan.”

Ahora bien, es importante distinguir entre lo que es justo y lo que es injusto, sobre todo en lo que se refiere a esta aberrante estirpe que, además de estar apegada a la naturaleza, mucho más que la gente decente, tambien posee un raro instinto para la supervivencia y, aún más, un gusto espléndido por los cocos, los plátanos y las bolas de baloncesto. Son sensitivos. Adoran los dulces y el pollo frito. Les gustan los ruidos estruendosos. Odian la lluvia y todo lo que esto implica. Cuando cae un relámpago, lloran. Cuando suena el trueno, relinchan.

Su sexualidad es un tema sumamente controversial, inclusive entre ellos mismos. Se aparean como las cucarachas. Eso si, no discriminan para nada: para ellos lo mismo es una jovencita de doce años como una viejaca de cientocuarentaicinco o un nenito de siete o seis años (o menos). Se podría decir que prefieren los nenitos (¡tan tiernos y apacibles!), pero las ancianitas poseen sus encantos irresistibles (¡esas encías tan gomositas!), y de las jovenes ni se diga: pezones y clítoris como aceitunas e inmensos fondillos rebosantes de exquisita y humeante mierda. (Sobre este candente y cultural tema gozaremos en otro momento.)

Ah, pero, ¿y que me dicen ustedes de esos atavismos folklórico-reptilianos? Bueno, si quieren saber que es lo quiere decir eso, miren hacia el area costera nor-noreste, que es donde todos los negritos inmundamente se congregan, y con frequencia observarán, sobre todo en los largos y hediondos días del verano, una intensa y pavorosa luz azul que aparenta brotar de la tierra. Ese maligno y refulgente efluvio en la distancia es, oíganlo bien, producto del pornográfico rebote de la blanca luz solar sobre el curtido pellejo de los prietos, quienes se despojan de sus harapos y se tiran en masa, totalmente en pelotas y con las nalgas hacia arriba, sobre la ardiente y asquerosa superficie de brea. Innumerables racimos de negros se entregan a esta pintoresca y satánica ceremonia, no sin los consabidos efectos en la blanca paz mental de nuestra querida raza humana. Se reportan robos, asesinatos, saqueos y juegos de baloncesto, además de ladridos de perros, de música tocada demasiado alta, y de devastadoras e interminables orgías. Impresionantes y metafóricas llamas se alzan hacia la cúpula celeste y el pupúreo y fétido humentín del odio racial se traduce en un suicida pacto sangriento de parricidios, fratricidios y matricidios, bestialismos, incestos y sodomías, sacrificios de animales, canibalismo, venta de alcapurrias, fiestas patronales y otros lamentables espectáculos. La razón de estos enigmáticos y caóticos rituales permanece siendo un laberíntico misterio, aunque un caucásico brillo de esperanza se vislumbra en el horizonte: prestigiosos científicos alemanes han descubierto la directa relación entre la energía emitida por los puntos solares y la expansión espontanea en las narices de rancho de sujetos sometidos a sofisticadísimas pruebas altamente controladas. Qué tiene esto que ver con los embustes arriba descritos es también un misterio.

Por otro lado, la preponderante alza en las tarifas del guineo mafafo, la batata mameya y la guanábana madura es índice de la ausencia en los valores morales de los vendedores de estos productos en las comunidades en donde los jueyes abundan por su ausencia. Este es el principal motivo, seamos valientes y digámoslo de una vez y por todas, de la extinción de las buenas costumbres y de la espeluznante explosión poblacional, y se estima de que en menos de veinte años cientos de miles de primates con gran coeficiente de inteligencia, diestros en el uso de instrumentos punzantes y cortantes, se apoderarán de nuestro amado terruño utilizando la fuerza bruta y los bajos instintos subhumanos. Pesadillas causan saber de que los varones de esa temible especie descaradamente deambulan por las calles de las ciudades y barriadas, las playas y los campos, cada uno obscenamente armado con una colosal y supurante herramienta del mal. Solo imaginenselo, gentiles y arios caballeros. Chorros de bestial semen. Cataratas de inmoral leche desencadenada sobre los nobles rostros, las generosas tetas, los sabrosos culos y las coloradas pencas de todas esas virginales y blancas mujeres que tantos placeres baratos nos han provocado, las muy putas. ¡Ay, tortura! ¡Oh, dolor! ¡Mami! ¡¡Mamá!! ¡¡¡Mamita!!! ¡¡No seas mala!! ¡¡Deja eso!! ¡Ven y juégame con el pipí! ¡¡El pipíííííííí!! ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaahhh!!!

Luego de ese romántico interludio volvamos a nuestro racial problema: información de la más dudosa procedencia han revelado el incuestionable hecho de que una oscura e infernal conspiración se cierne sobre nuestras blancas cabezas: negros de todas las calañas se están organizando con la horrorosa araña del guineito niño para conquistar la tierra, esclavizar las razas superiores, y poblar el universo con el siniestro cruce de araña pelúa y negro. Sobre este escalofriánte plan los seguiremos informando mientras más dudosa data se acumule.

Aparte de eso, importantes morrocoyos del area oeste encontraron, mientras dinamitaban una cuneta, una enorme ciudad subterranea sumergida bajo la mierda. En una operación secreta, que necesitó de la evacuación entera de los pobladores del residencial Samisosa, se dragaron cerca de cuatrocientoscuarentaicuatro toneladas de excrementos semi-momificados y la grandiosa metrópolis de edificios construídos exclusivamente de oro y plata, cada uno inscrustado con gruesas capas de diamantes, esmeraldas y rubíes, se reveló en todo su esplendor, sin duda alguna construída por poderosas deidades, blancas todas por supuesto.

MORROCOYO #1: “Una ciudad preciosa, limpia y pura, como el joyito tierno y colorao de una blanquita rubia de catorce años.”

MORROCOYO #2: “Cuando sacamos todos los mojones, y nosotros usamos un aparato que chupa, de esos que parece una pinga cagá, vimos aquella cosa metía allá abajo y entramos en una de las casas, y en las paredes de la cocina habían pinturas llenas de fresquerías y la nevera llena de ron y de cerveza.”

MORROCOYO #3: “Había tanta y tanta mierda que eso en vez de ser un charquito prehistórico parecía un tenebroso océano del infierno.”

MORROCOYO #4: “Eso es así. Era un océano, un terrible mar de podridas churras malolientes. Cuando llegó el ayudante del gobernador, que bajó en helicóptero, un caimán bien feo saltó fuera del babote y se lo comió. También se comió el helicóptero y al piloto del helicóptero. Todos nos reímos muchísimo.”

MORROCOYO #5: “Nos reímos como negros.”

MORROCOYO #6: “Yo he sido morrocoyo desde hace treinta años y nunca había visto tanta caca junta en el mismo sitio. Casi me recuerda de la hecatombe del milenio, cuando un monte entero se peló como un sabroso guineo y de adentro salieron unas culebras color marrón que se deslizaron hasta el pueblo más cercano apestándolo todo. Cuando terminaron de sofocar a todo el mundo con su ponzoñosa pestilencia del cielo bajaron unos discos voladores que se las llevaron enmedio de unos ruidos que me hicieron rugir como un gorila y brincar como un chimpancé.”

MORROCOYO #7: “Yo me hize la solemne promesa de que iba a mejorar la raza. Me casé con una blanquita y tuvimos dos orangutanes, tres monos Tití y un negro.”

MORROCOYO #8: “La mía botó un sendo cucarachón, y ahora tenemos que andar con cuidado o, si no, lo pisamos.”

MORROCOYO #9: “Mis sobacos güelen a culo sudao.”

MORROCOYO #10: “Y los míos a peo cagao.”

MORROCOYO #11: “Cagao… Sudao… ¡Bah! Ser morrocoyo es una maldición, como ser un gran moco verde o un negro.”

MORROCOYO #12: “Esa noche, después que destapamos la ciudad increíble, me cuestioné mi existencia. Cuando el trabajo de uno es el de estar metido dentro de las tripas de la civilización rastrillando tubos, reventando cunetas y güeliendo peos y mojones y vómitos ajenos todo el día y toda la noche, hasta el joyanco semitriste de un negro supersónico parece de oro. Cuando me deprimo así, lo único que me lo quita es… …¡Aunt Jemima!”

ANUNCIO RADIAL #79

VOZ DE SEÑORA:
“Este marido me pone el pelo malo.
Siempre está con hambre
y nunca me deja tranquila.
¿¡Qué podré hacer!?”

ANUNCIANTE:
Señora,
¿Se le ensortijan todos los alambres
cuando el marido abre la nevera
y no encuentra nada para masticar?
¡No se preocupe!
Vaya usted al supermercado
y cómprese una caja de
¡AUNT JEMIMA!

VOZ DE SEÑORA:
“¡Esa caja como que me llama la atención!”

ANUNCIANTE:
Con AUNT JEMIMA
usted puede ahora descansar la pasamenta tranquila,
y la lista de interesantes ingredientes escritos al lado de la caja
harán las delicias de su marido.

VOZ DE MARIDO:
“¡Hmmm! ¡Pero que lista de ingredientes tán interesante!”

ANUNCIANTE:
Además de eso,
AUNT JEMIMA contiene la sorprendente sorpresa
de que usted
¡se puede comer lo que está dentro de la caja!

VOZ DE SEÑORA:
“Anda. Cuando yo mezclo con agua el polvito que está dentro de la caja
me sale una plasta de lo más sabrosa.”

ANUNCIANTE:
Recuerde, señora,
si su marido no la deja tranquila
y el pelo se le pone malo:
¡AUNT JEMIMA!

VOZ DE MARIDO:
“Ay negra, ¡que mucho me gusta tu plastita!”

VOZ DE SEÑORA:
“Me alegro que te haya gustado.”

Sea como fuese, y seamos de nuevo justos, se los ruego, el polvito dentro de la caja nada tiene que ver con las propiedades ultrasónicas y radioeléctricas en la estrambótica relación pelo/nalga/bembe (o nalga/bembe/pelo, o bembe/pelo/nalga, y otras combinaciones, incluyendo la famosa bembe/nalga/bembe o la mortífera y aterradora nalga/nalga/nalga), ni con los cabellos ensortijados de la “raza” y sus poderes de compresión y sintetización de la energía suprauniversal, como tampoco con el grotesco magnetismo emitido por los alaridos de reproducción de los negritos en esos inolvidables días del mes, ni mucho menos con la inexplicable existencia del legendario parásito prieto-anal (animal transparente y fluorescente que fluye y se aparea en estrepitosa marea durante las cachondas noches de luna llena) o de la aparición casi espontánea de esa alarmante fragancia que se arrastra y revienta de improviso al romper el alba en numerosas regiones del hemisferio planetario.

(A continuarse otra blanca, apestosa y lunática noche.)

Copyright J.A.C. y Maximiliano Eugenio Bemba

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